Friday, 28 January 2011

Coser y cantar

"Cuando una situación interior no se ha hecho consciente,
aparece en el exterior como destino"

C.G. Jung



Tengo una máquina de coser.
De ahora en adelante cuando la nombre, me referiré a ella como la Bernina -su nombre propio-, o simplemente como 'Ella'.
Tiene una gran personalidad, es indudable. Tiene estilo y presencia, una compostura y sobriedad que tal vez le vienen de su estirpe suiza. Es seria y bien plantada, como una Ama de Llaves madura y elegante, como una Institutriz impecable.
Tiene sus años, vamos a estar claros. Y no es esta su primera casa, ha vivido ya en otras.
Todas las máquinas de coser tienen personalidad, porque son creadoras de cosas. Las modernas sin embargo son más ligeras, más amigables, se entregan casi que entre risas y se dejan llevar por cualquiera. Las de antaño no tanto. Se guardan sus misterios, hay que merecerse su confianza. Al principio hay que aprenderlas, ser delicados, entender su lógica y su mecanismo, resistente para perdurar en el tiempo.
La Bernina podrá haber sido hecha en serie, sí; pero una serie limitada. Pertenece a una generación nacida antes de la llegada del terrible virus de la obsolecencia programada. No hay plástico en ella, es toda hierro y acero. Su austeridad le proporciona la elegancia de la escuela de Cocó Chanel: menos es más.

Con ella me ha sucedido lo que me pasa con todas las cosas que por mucho tiempo he soñado tener. Al principio me cuesta acostumbrarme a su presencia. Como cuando Santa Claus me trajo mi primera bicicleta. Al día siguiente al despertar corrí a ver si aún estaba allí. Me sucedió con mi primer coche. Me asomaba a la ventana unas veinte veces al día para asegurarme que todavía seguía aparcado donde lo había dejado. (Con el compañero con quien comparto mi vida también me sucede de vez en cuando, asombrarme al despertar viendo que aún sigue allí, como el dinosaurio de Monterroso).

Con la Bernina está sucediendo.
Entrar al estudio y verla allí ocupando discreta y elegantemente su lugar, es siempre un emocionante saltico al corazón.
Tengo que recordarme que estamos comenzando una relación, que tenemos que conocernos. Que no puedo sólo dejarla allí para contemplarla. Tengo que hacer cosas con ella, a pesar de mi temor de arruinar algo con mi torpeza.

Algun dia llegaremos a entendernos como dos amantes que comenzaron tímidamente siendo amigos.

Tuesday, 4 January 2011

Quadrivium y Trivialis, lo que se aprende

A Record Of Life from Owen Gatley and Luke Jinks on Vimeo.


Mi madre me ha repetido siempre, desde que soy niña, que las matemáticas me seguirían hasta la muerte; que no había manera humana posible de evadirlas, y que toda la Literatura y la Poesía del mundo no serían suficientes para esconderme de ellas, por más altos que fueran los muros construidos con mis libros.
(Mi madre, que es Biólogo, pero ante todo es poeta y costurera mágica, hacedora de muñecas y de pañuelitos de hojaldre rellenos de confitura de albaricoques).
En la cinta métrica alrededor de su cuello siempre he visto los números y sus exactas proporciones, así como en la balanza, donde siempre la harina ha esperado ansiosa por la levadura, en sus exactas proporciones.
Poco a poco le he ido dando la razón. Que me perseguirán por siempre, es indudable. Que las entenderé no.
Lo que pasa es que había que verlas con otros ojos. Son insondables y sorprendentes como lo es el resto del mundo. Tan sólo hay que aprender a vivir con ellas. Como se hace con el resto del mundo.




(Gracias a Edgui por este video enviado en Abril 2010, y que vengo a encontrar apenas ahora, cuando ya el año tiene otro número. Pero la belleza es inmune al tiempo y a las matemáticas del tiempo)

Thursday, 30 December 2010

Agua que fluye, instante que se renueva




Querido año viejo,
El día número 365 ya está prácticamente en el umbral, lo que signifca que para ti también es hora de morir.
Llegaste nuevo y niño y nos diste todos tus días para vivir, para crear, hacer y deshacer. Fuimos durante todas esas lunas leones y corderos alternadamente, tuvimos días de furia y días de Dalai, días de euforia y días de silencio. La felicidad nos abrazó, a veces sin preaviso y otras tantas también anunciándose, muchas, incontables veces.
Se repitió en Primavera el milagro del renacimiento, que recuerdo tan bien como si fuese ayer. En Verano trajiste la transpiración, la desnudez, la libertad recobrada de los pies. Con el Otoño nos regalaste el espectáculo de oro, fuimos capturados por el hechizo de la luz. Y también nos dejaste probar un poco de paraíso cuando lo cubriste todo de blanco mazapán.
A pesar de sentir que en muchas habitaciones no ha cambiado nada, y que el desorden es el mismo, tengo mucho que agradecerte. No sólo por todo lo que nombré anteriormente.
Me diste y me quitaste recordándome que todo es efímero y que no hay que aferrarse a nada. Cuando fui inflexible me acercaste a bosques de cañas de bambú y me dejaste ver qué bien se doblaban con el viento, cuán dóciles y sabias.
Me hiciste rica al dejarme conocer personas que amé y que me amaron, muchas de las cuales me dejaron consejos invaluables para el tránsito.
Algunas de las cosas que me trajiste no te las pedí, pero sé que todo está en el dibujo universal y que lo que vendrá después tendrá sentido cuando mire hacia atrás.
Quiero agradecer tu generosidad en todo, porque tus días largos o cortos de horas fueron ricos y plenos.
Algo me dice que los próximos 365 que vienen, reunidos con nuevo número, serán muy buenos.
Tengo una especie de certeza que habrá mucha energía para emprender cosas que hace tiempo vengo soñando con materializar.
Tengo pruebas que reafirman la magnanimidad del Universo, que sólo espera que pidamos, de manera esperanzada y creyente, todo lo que necesitamos y queremos.
A día de hoy no tengo nada, sólo este instante que ya muere y se convierte en uno nuevo. No tengo 365 nuevos días ni hoy ni mañana, ni pasado. Sólo su anticipación. Sólo un instante nuevo por vivir cada vez. Y mi memoria, con la cual voy tejiendo esos segundos a modo de collar, con perlas únicas aunque no siempre espléndidas, pero incluso las pequeñas y ordinarias van haciendo parte del todo y de mí misma.
Ojalá sea capaz de aceptar lo que me viene, con entendimiento o sin él, pero confiada de que es lo que debe ser.
Que no pierda nunca mi locura, y por sobre todas las cosas, que antes de juzgar, recuerde siempre esa máxima de caminar un rato en los zapatos del otro, o lo que es igual a no olvidar que todo lo que le pasa a otro, puede pasarme a mí, porque el otro soy yo también.
Que siempre esté atenta a lo que me rodea, por más avasallante que pueda parecer mi realidad. Es decir, que nunca olvide lo minúscula que soy.
Que siempre tenga presente la verdadera alegría: la de dar todo lo que tengo, y que cuando no tenga nada, me dé a mi misma y a mis pensamientos, mis abrazos o mi consuelo, que aunque no sirvan de nada, sirvan para no sentirnos solos.
Esto es lo que pido para este instante y los que me sean dados por vivir. Que en cada vuelta la Tierra nos bendiga y que tanto nuestra sombra como nuestra luz sean para reflejar la creación de algo bueno.




(El calendario de la foto es del blog de Caitlin Keegan
http://www.caitlinkeegan.com/indexhibit/index.php?/2011-Calendar/)

Wednesday, 22 December 2010

"Procrastination" Tales Of Mere Existence



No es que quiera justificarme con la excusa de que hay otros más como yo ahí afuera.
Pero esto me ha hecho sonreir.
Hoy sin embargo, he logrado tachar varias cosas de la larga lista de víctimas de la 'postergación'.
Una de ellas es la inscripción en el curso de corte y costura, que será todos los sábados a través de clases privadas.
Pronto espero poder anunciar que seremos tres en este hogar, es decir cuando llegue la nueva máquina de coser a casa.

Tuesday, 21 December 2010

Mercedes Sosa Solo le Pido A Dios

Hoy es el Solsticio de Invierno. Pidamos a todos los dioses por esos monstruos que pisan fuerte, en tantas partes del mundo. Pero por sobre todo pidamos que no nos abrace ese otro monstruo, el de la Indiferencia, no menos grande o fuerte. Y que si nos abraza, podamos vencerlo para volver a abrir los ojos. Que si no podemos hacer nada, que almenos podamos pensarnos mutuamente, todos los que habitamos el planeta tierra.

Monday, 20 December 2010

Fobos y Deimos. Notas aisladas e incoerentes sobre miedo.

Giove e Io. Antonio Allegri llamado il Correggio. 1531?


Miedo, en su origen etimológico entre el latín y el griego lleva a la imagen de ser golpeados, percutidos. El haberlo sido fuera de lugar en el pasado da origen a miedos fuera de lugar en el presente. (lo más cercano encontrado como origen etimológico de pavorem/ paveo)


Uno de los opuestos, la palabra coraje, etimológicamente deriva del latín coraticum o cor habeo, un adjetivo derivante de la palabra compuesta cor/cordis y del verbo habere: tengo corazón. Es la virtud humana, muchas veces indicada como fortaleza, que hace que quien la posee no se desencaje frente al peligro, enfrente con serenidad los riesgos, no se entristezca por dolores físicos o morales, y de manera general, enfrente con mirada elevada el sufrimiento, el peligro, la incertidumbre y la intimidación.


 Gustav Vigeland. Vigeland Park, Oslo


Una palabra griega, que es traducida como 'maravilla' es 'thauma'. Pero thauma significaría sobre todo el horror que suscita un espectáculo angustioso. Platón, según leo en algun texto encontrado en la red, dijo que la maravilla 'es hija de Iris y del Gigante thaumante'. (De nuevo una palabra construida sobre 'thauma'). La filosofía proviene del miedo, sigo leyendo, o aún mejor, del temor por el mundo, del temor por el devenir del mundo; por ende del terrible descubrimiento que cada cosa nace y muere, es decir se transforma, deviene. El trauma estaría en el origen, sería el móvil profundo, de la mitología, de la religión, de la ciencia: maneras diferentes de preguntarse, de tratar de responderse a la turbación que produce, precisamente, la maravilla, el estupor.


Taumaturgo. Se dice de la persona (santa) que obra maravillas, milagros. De nuevo, el origen 'thauma', cosa maravillosa (afín a los verbos 'theaomai' ver/cosa por ver, y 'thaomai' contemplar/admirar unido al sustantivo 'érgon' trabajo, obra. Y de la misma raiz de thauma, thaumatón, lo que genera estupor; y para Sócrates, abierto al conocimiento.


 Phobus, mosaico Greco-Romano de Halicarnassus C4th A.D., British Museum

Deimos en la mitología griega era el dios del miedo, la personificación del terror. (Interesante: su equivalente romano era Fuga, qué maravilloso). Su hermano gemelo era Phobos, el pánico. Ambos hijos del dios Ares, dios de la guerra, eran sus aurigas. Pero eran también hijos de Afrodita, la diosa del amor, y he leido que estos gemelos representan el miedo a la pérdida.



Aquí mi mente se va sola hacia el momento de mi fecundación, cuando mi hermano ya estaba enfermo, y probablemente ya mis padres sabían que moriría. Tal vez hubo miedo en el mismísimo acto, tal vez los espermatozoides ya iban cargados de miedo, y aunque fue el más rápido y valiente el que llegó a fecundar el óvulo, quién sabe si temblaba ante el destino que llevaba consigo. El miedo a la pérdida y miedo a la repetición.



En la película The Road, sobre el libro de Cormac McCarthy, la actriz Charlize Theron no logra sobreponerse ante el miedo de vivir una realidad tan terrible en un mundo post-apocalíptico, y a pesar de tener un hijo bellísimo y un compañero que la adoraba, decide morir suicidándose. Cabe aquí preguntarse qué es la cobardía y las razones que cada quien puede tener para mantenerse vivo.


Ultimamente pienso mucho en la muerte. No porque la vida no me parezca maravillosa o excepcional. No tiene nada que ver con eso.
Entiendo a los que tienen miedo.


Otro pensamiento que he dibujado es que una razón por la que las personas tienen hijos, (no es una sentencia absoluta, es sólo un pensamiento mío) además de toda la historia de la continuación de la especie, de la continuidad de los genes, del fruto del amor, de la consolidación del núcleo familiar, y los etcéteras poéticos, es que necesitan anclas, y razones para continuar asidos a la realidad, y para continuar en la vida cotidiana con el ímpetu y la energía sobrehumana que sólo un niño puede tener, desafiando el pavor o la sensación apabullante que a veces pueden tener los problemas, o la realidad en sí. Por eso los pobres tienen tantos hijos y no paran de parir, pues es gracias a ellos que se mantienen andando, es gracias a ellos que olvidan lo terrible que puede ser la vida en pobreza, o en guerra, o en dificultad. Un niño vive sólo en el presente porque no tiene aún en sí la idea de futuro, no conoce el miedo. Es su vitalidad y su capacidad de estar en el instante la que inyecta a sus progenitores, haciéndolos llevar a un segundo plano todo el resto, y haciéndo ese 'resto' más llevadero y soportable.

Saturday, 18 December 2010

The Sundays - Here's Where The Story Ends



"Your faith has got to be greater than your fear".


También llegó la nieve.
Fue tal el regocijo de mi alma en su blancura, que vino con euforia.
Decidí poner más fotos en el blog ya que no hay nada que decir ante la belleza.
Además, la nieve lo silencia todo, lo apacigua todo.





Friday, 17 December 2010

Yann Tiersen - La Corde



67 segundos. El tiempo que una gota de agua sobre el vidrio de una ventana podría tardar en precipitarse hacia los bordes.

Las banderas Asafo


Estas son las banderas (Fante) Asafo, de Ghana y la costa occidental de Africa. Aunque tienen un bagaje histórico sangriento y terrible de esclavitud y explotación  de las divisiones entre tribus por parte de los Europeos que se asentaron desde 1492, para garantizar que las colonias mantuvieran el control y poderío en el territorio, más allá de la historia, me produce una rara fascinación la representación de las escenas tribales, el uso de los colores, y las leyendas o creencias que pueden narrar.
A quien le pueda interesar más sobre el origen e historia completa de estas banderas, hay alguna información en http://www.twi.bb/akan-asafo.php.
Al final del link hay una serie de hermosas banderas con una breve descripción de lo que representa la imagen.
Yo las traje al blog porque son como mini historias tribales sin palabras, aún cuando puedan ser vergonzosas.
En el Alfies Antique Market de Londres hay un estanco  donde un hombre muy interesante las vende, (son carísimas) y tiene su propio blog en http://www.adireafricantextiles.blogspot.com. La última vez que lo visité me regaló una reproducción de una foto de una pareja de notables de la tribu Conakry (creo) de Guinea, tal vez data de 1900, tienen ambos un maravilloso y serio poder, y siempre me están mirando. La incluyo aquí para embellecer el blog.

Thursday, 16 December 2010

Espéces d'Espaces

Tomado del libro Species of Spaces and Other Pieces
del autor Georges Perec

(Cuando encuentro libros así los dioses me confirman que todo es cuestión de creerse y escucharse,
como lo han hecho los grandes inventores y los libres)

Vincent Van Gogh. Bedroom in Arles

"For a long time I went to bed in writing"

The Bed

We generally utilize the page in the larger of its two dimensions. The same goes for the bed. The bed (or if you prefer, the page) is a rectangular space, longer than it is wide, in which, or on which, we normally lie longways. 'Italian' beds are only to be found in fairy tales (Tom Thumb and his brothers, or The seven daughters of the Ogre, for example) or in altogether abnormal and usually serious circumnstances (mass exodus, aftermath of a bombing raid, etc.). Even when we utilize the bed the more usual way round, it's almost always a sign of a catastrophe if several people have to sleep in it. The bed is an instrument conceived for the nocturnal repose of one or two persons, but no more.

The bed is thus the individual space par excellence, the elementary space of the body, the one which even the man completely crippled by debts has the right to keep: the bailiffs don't have the power to seize your bed. This also means -this is easily verified in practice- that we have only one bed, which is our bed. When there are other beds in a house or an apartment, they are said to be guest beds or spare beds. It seems we only sleep well in our own bed.

(...)

The Bedroom

What does it mean, to live in a room?
Is to live in a place to take possession of it?
What does taking possession of a place mean?
As from when does somewhere become truly yours? Is it when you've put your three pairs of socks in a pink plastic bowl? Is it when you've heated up your spaghetti over a camping-gaz? Is it when you've used up all the non-matching hangers in the cupboard? Is it when you've drawing-pinned to the wall an old postcard showing Carpaccio's "Dream of St Ursula"? Is it when you've experienced there the throes of anticipation, or the exaltations of passion, or the torments of a toothache? Is it when you've hung suitable curtains on the windows, and put up the wallpaper, and sanded the parquet flooring?


(Luego continúa con The Apartment Building, The Street, The Neighbourhood, The Town, The Counryside, The Country)

Leerlo es como diseccionarme; verme desde afuera; ver cómo ocupo el espacio que me rodea; cómo vivo con los objetos que nunca he considerado lugares comunes, y preguntarme entre carcajadas por qué.

Dejo aquí un retrato de Perec que basta y sobra para querer buscar su otro libro necesario: Life: A User's Manual.






Wednesday, 8 December 2010

Alfies Antique Market

Ocurre con las ciudades como con los sueños:
todo lo imaginable puede ser soñado 
pero hasta el sueño más inesperado
es un acertijo que esconde un deseo, 
o bien su inversa, un miedo. 
Las ciudades, como los sueños, están construidas 
de deseos y de miedos, 
aunque el hilo de su discurso sea secreto, 
sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, 
y toda cosa esconda otra.

Italo Calvino


Hace unos años cuando todavía vivía en Caracas, recuerdo el momento en que la ciudad comenzó a hacerse terriblemente pequeña, predecible, asfixiante y aburrida. No fue una sensación que surgió de la noche a la mañana, no. Fue un virulento in-crescendo, hasta ese día en que fue como verla desde arriba, como la cabeza de un alfiler, y entonces sentencié: -Quiero vivir en una ciudad que nunca se me acabe, que nunca se me descubra enteramente, que sea tan grande y laberíntica que siempre tenga yo un lugar nuevo por explorar. Quiero vivir en una ciudad despierta que siempre cambie y se reinvente, y donde yo pueda perderme y no me aburran sus calles-.
Tal fue el poder de mi sentencia que vine a parar a Londres,  más pequeña que Caracas tal vez pero con 7 millones de mentes y de corazones latiendo.
Perderme fue fácil y lo sigue siendo. Descubrirla entera es imposible, como lo es aburrirme de ella.
Tal vez por eso es tan fácil amarla como detestarla. Como en las historias de amor. Quisieras poseerla, pero también sabes que es mejor así, es mejor no poder abrazarla nunca entera. Es mejor que guarde sus misterios, y que sea hostil a veces, indescifrable, hormonal y difícil.
Así pues sucede en ciudades como ésta que un día, en una zona en la que has estado cien veces, un amigo te lleva al final de una calle poco glamorosa (que hospeda un mercadillo de poca monta, de esos donde encuentras carteras de semi-cuero Louis Tritón y productos electrónicos Sonyo) para revelarte la existencia de un edificio de fachada art-deco, en cuyas entrañas late el más grande mercado de antiguedades y objetos retro-vintage de todo tipo.
Un laberinto de muebles, joyas, pinturas, vajillas, objetos y ropa, de cuatro pisos, que es imposible explorar exhaustivamente en una sola visita.
Los personajes que habitan los pasillos no son menos sorprendentes. Es obvio que van acorde al resto, el modo en que se peinan, visten, la manera que tienen de pasar las horas allí dentro cuando no están negociando para vender algo... es un salto hacia el pasado o hacia un sin-tiempo muy peculiar.
El edificio que antes era una tienda por departamentos en decadencia, comenzó a ser lo que es hoy en día en 1976, gracias a un hombre llamado Bennie Gray, su propietario. El padre de éste se llamaba Alfies, un músico de jazz que de antiguedades nunca supo nada, pero en cuyo honor Bennie decidió nombrar el edificio: Alfies Antique Market.
Sueño con volver con un casco puesto en la cabeza con una cámara oculta incorporada, que pueda girar 360º y que filme o registre silenciosamente la vida que transcurre allí dentro, con sus personajes que seguramente comen y usan los servicios como cualquier persona normal, pero que de noche al cerrar los ojos viven en la próxima peli de Terry Gylliam.

Thursday, 25 November 2010

La entrevista, el trabajo, el período de prueba

"Alice, you cannot live your life to please others.
The choice must be yours; 
because when you step out to face that creature,
you will step out alone"

The White Queen


Convertirnos en adultos, comportarnos como tales, ser maduros o almenos pretender que lo intentamos... crecer, y entender que tenemos que escoger, que tenemos que tomar decisiones, que nuestra vida como vaya o como venga, depende de esas decisiones... que nadie puede vivir el miedo por nosotros, o exonerarnos de él. Cuando llega la hora, es sólo nuestro, y con ese monstruo sólo nosotros podemos lidiar, nadie más.
Desde niña me preguntaba si todos sentían miedo a lo desconocido, a lo nuevo, o era sólo yo la que sentía tenazas en el estómago en esos momentos. Culpaba a mis padres, por no haberme forjado más valiente, más intrépida y resuelta. Me culpaba a mí misma, por no tener suficiente temple y agallas y todo eso que se necesita para ser héroes, puntas de lanza, tiburones.
Siempre pensé que no podía ser normal sentir miedo ante cada cambio o ante cualquier situación en la que tuviésemos que enfrentarnos solos a resolver algo. Luego gracias a muchos dibujos animados y a muchos libros creo que me convencí que no era negociable y que a todos por igual nos tocaba pasar por momentos cruciales en los que hay que tragar, cerrar los puños y avanzar, con ojos cerrados o abiertos, pero avanzar temblorosos.
Una vez que lo hemos vencido y nos encontramos en pie y en una sóla pieza,  nos entra -íntima e individual- una sensación incomparable de relajación y de tranquilidad; sentimos que el aire de nuevo llega a los pulmones, que la mirada nos cambia, que podemos caminar normalmente y no duros como si lleváramos una armadura a cuestas.

La vida por alguna razón me pone siempre en situaciones totalmente desconocidas, nuevas de toda novedad, en las que las herramientas de mi cestita, adquiridas a través de los años, no sirven. Tengo que entonces aprender a usar otras, nuevas, algunas que nisiquiera sabía que existían, usar también de mi cerebro sus propias herramientas, utilizar la capacidad que tengo para sobrevivir, para crear, para armonizar, para resolver.
Es un desafío cada vez, y cada vez pienso que no lo voy a lograr. Me veo como Alicia, pensando rápido ante el dragón diez cosas imposibles que demostraron no serlo, para convencerme de que no hay nada imposible a menos que yo lo crea.
A pesar de que he hecho muchas cosas que me han demostrado de sobra que soy valiente, cada vez yo me pregunto por qué los nervios. Por qué la duda.
Pero también pienso que el universo es un misterio insondable y perfecto.
Que me va llevando, de la mano o a empujoncitos, donde debo estar cada vez.
Que puedo no entender cómo ni por qué, pero tengo que creer que así debe ser.
Sólo cuando me dan los nervios reconozco el desafío, y entiendo que lo necesito para crecer.
Otras vidas son más apacibles y fáciles, pero la mía es así.
Hoy es el Día de Acción de Gracias, y yo quiero agradecer una vez más por las cosas que me suceden, aunque poco es lo que entiendo, pero voy aprendiendo cada día más. También aprendo a desaprender.
No sé si soy adulta o emocionalmente madura. Pero estoy agradecida.

Monday, 22 November 2010

Dolce Far Niente

 (...) Es decir, has de esperarla a cada instante,
suele anunciarse de improviso ante los ojos,
Lisboa se oculta, retorna, va contigo;
hay un jirón de su crepúsculo en la sombra
de quien cruzó una vez sus calles
que lo va acompañando por el mundo
y se aleja con pasos desconocidos.

Eugenio Montejo
(Lisboa)



Para poder recuperarme decidí ir al reencuentro del Atlántico y del Tajo, y a verme con Lisboa, la ciudad del eterno retorno.
Pretendía ser una semana de lo que se llama Il Dolce Far Niente, sin planes, sin mapa, sin relojes y sin internet. Un total desafío, aunque no lo parezca.
Cuán difícil es entrenarse en esa disciplina: la dulce actitud contemplativa.
Es asombroso, almenos para mí, que vengo de una familia donde la Cigarra nunca fue bien vista y la cultura de la Hormiga era la justa y la respetable, darme cuenta cuánto me cuesta el merecer ser feliz haciendo lo que más me gusta: perdiendo el tiempo. Hay muchas formas de perderlo, la mía es la de observar y pensar inútilmente. Observarlo todo con detenimiento y pensar con pensamientos, pensar con imágenes, pensar con nubes que se mueven y cambian. Pensar con movimientos perpetuos y con inmovilidad permanente.
A pesar de lo sencillo que es acostumbrarse a lo bueno, no es fácil vivirlo sin que una vocecita lejana interior nos atormente con la pregunta del mañana o del más tarde. Despertar con la sóla preocupación  de decidir el contenido del desayuno es maravilloso. Lograrlo es heroico.
Ah! quedarse quietos en el dolce-far-niente, ese maravilloso lugar donde seguramente viven los millonarios; donde no hay culpas y no hay prisas; donde no hay que ser, hacer, competir, justificar, o explicar o estar informados o tener un título o definirse de alguna manera...
De eso se trataba el viaje: de un entrenamiento en vivir el momento.
Nuestra vida cotidiana está tan impregnada de horarios y de rendimiento y de prisa, de cosas por hacer, de lugares por visitar, de libros por leer, de películas por ver, que estar quietos en un mismo lugar tomando sólo una -o varias- tazas de café o de té sin otra obligación que la de observar y vivir ese momento en la totalidad, por más absurdo que parezca, se convierte en una tarea casi imposible.
Estamos allí tomándonos el café, pero ya estamos planeando lo que deberíamos hacer en las próximas horas para aprovechar el día, para tener muchas emociones nuevas, y conocimiento nuevo, y para no perdernos de esto o de aquello.
Es como si el estar allí descansando o mirando la gente pasar no nos estuviese permitido por más de un número razonable de minutos. Luego hay que volverse a cansar, porque no se puede estar descansando mucho tiempo. Es decir, no se puede estar descansando si no se está cansados.
Es como si tuviésemos que merecernos ese momento con sacrificio y sudor, con 'trabajo', por decirlo de alguna manera.
Eso es lo que vine a desaprender. Vine a merecerme el no hacer nada, sin vergüenza y sin culpa.
Vine a detenerme, para agradecer, para estar en este aquí y ahora, sin mayor preocupación que la de ser feliz mirando el Tajo y preguntándome cuál será el nombre portugués de esos pequeños pájaros como golondrinas que cruzan el cielo al atardecer.

A parte de esto, respirar a Lisboa en Noviembre es algo que debe ser vivido.
El olor de castañas rostizadas sobre carbones ardiendo que impregna el aire; el olor de río en la Baixa; también olor de aire con sal, y olor de sardinas. En la Alfama, a la hora de la cena, desde las ventanas el olor de guiso casero de la abuela, y también de leña quemándose en las chimeneas. Pero también olor de panadería, de fruta en guacal, de abasto.
Caminar por las calles del Barrio Alto y de la Alfama es entender de donde le viene al venezolano su amor por el pan y por el pollo en brasa, es entender de dónde vienen nuestros abastos y nuestras luncherías. Es entenderlo casi todo.
Yo me pregunto constantemente si el lisboeta está consciente de la belleza de su ciudad.
Porque ver el tranvía que sube o baja por esas mágicas y estrechas calles de piedra y no sentir un sobrecogimiento casi mortal es imposible.
Lisboa es como salida del Imaginario del Doctor Parnassus, total e indescriptiblemente. Cada vez que se escucha o entrevé el polifemo amarillo y su silbido, guiado por una trayectoria imposible de hilos y por las líneas de rieles centenarios, el corazón dá un salto. Subirse en él y adentrarse cuesta arriba en las colinas de la ciudad es como arriesgarse a no volver nunca más a la realidad. Y esto ocurre siempre, no importa cuántas veces se haga o se vuelva a Lisboa.
Seguramente un portugués diría que la crisis que los agobia hace ver gris y triste el más amarillo de los tranvías; que las ratas que salen orondas por las callejuelas de la Alfama son todo menos que encantadas, y que él cambiaría un viejo apartamento del Barrio Alto por uno confortable en 'Nova Iorque' o en cualquier otra ciudad más 'moderna', o más próspera.
Yo sin embargo, podría vivir feliz, y por eso vuelvo cada vez que puedo, a inventarme una vida portuguesa hecha de breves cotidianos, que mientras duran son permanentes.

Thursday, 11 November 2010

Mutare



 Como era de esperarse, me enfermé. Y no sólo por el cambio de estación, aunque quedó en perfecta coincidencia como para atribuirle al Otoño toda la culpa.
Las mudanzas, las anunciadas y las repentinas, siempre ocasionan en nuestro cuerpo  un sismo.
El cuerpo con todo ese perolero de precisión que lleva dentro, está conectadísimo con nuestra mente. Ese cableado interno que tenemos rojo y azul no debe ser gratuito, claro que no, y va directo a la pensadora.
El cuerpo también quiere mudar. Es como si nos dijera regañándonos: -a mí también me vas a renovar, vas a ver cómo me voy a limpiar todito, con anticuerpos nuevos y todo voy a salir, lo quieras tú o no-.
Nunca sabré si es que las gripes desde este lado del mundo son así siempre, kafkianas,  turbulentas, perturbadoras o es la edad la que ha debilitado a los anticuerpos. De mis años tropicales no recuerdo nunca una gripe que me durara más de tres días. En el peor de los casos daba una fiebrecita y uno tomaba Atamel tres o cuatro veces y listo.  Eso de gastar 4 rollos de papel toilet en mocos y quedarse en cama momificada era impensable.
Supongo que es esa la manera que el cuerpo tiene de llorar y de llamar la atención; de recordarnos que es una máquina perfecta, sí, y resistentísima, pero que necesita cuidados, mantenimiento, observación; y que es parte del todo; todo lo que sucede en nuestra cabeza, en nuestra casa, en nuestra vida, sucede también en nuestro cuerpo.
Como consecuencia del apocalipsis nasal que estoy viviendo entre otros malestares, he perdido el sentido del gusto. No me había ocurrido en años, y había olvidado lo terrible que era. Es realmente casi como perderle el gusto a la vida. Pensar que será igual llevarme a la boca un pedazo de pan, o una hoja de lechuga o una esponja, y que untar la preciosa confitura de fresas será un desperdicio, me han dejado el alma y la cocina tristísimas.
Cuántas cosas nos hacen afortunados y no lo sabemos.
El gusto es una de ellas.
Ahora espero que vuelva como un amante.
Prometo beber el jugo de manzana lentamente, detenerme en su dulzura, deglutir agradecida.
Demasiadas cosas damos por hecho en nuestra vida. Hay que estar alerta siempre, para realmente vivir en el instante.



(En la foto El Sueño de Frida, también conocido como La Cama, de 1940)

Wednesday, 10 November 2010

The Bucket List

Delirio.
Del latín De-Lirare
que significa salir del surco
al labrar la tierra.


Uno de los pensamientos que solemos tener cuando la vida decide algo por nosotros sin consultarnos, es ese de creer que será un buen momento para reconsiderarlo todo. Para replantearnos la vida, las pasiones que tenemos en stand-by, y desenpolvar la lista de todas aquellas cosas que siempre hemos querido hacer y que no hemos hecho por falta de tiempo.
La verdad es que de todos los obstáculos posibles, el Tiempo seguro es el que menor peso ha tenido en esa postergación. Almenos en nuestra vida sin hijos y sin perro o gato que dependa de nosotros.
La verdadera verdad es que no hemos hecho muchas de esas cosas por falta de dinero y de guáramo resoluto. La inmediatez de la vida y sus urgencias impostergables no nos han permitido nunca dar giros muy radicales, o tomar semanas, meses o años sabáticos para hacer esas cosas. Las semanas detox en la India, el mes de silencio entre los monjes cartujos o trapenses, el viaje al Tibet de un año.
Morgan Freeman no hubiera podido nunca tachar todos y cada uno de los deseos de su lista de no haber sido por la fortuna de Jack Nicholson. Hablo de la peli The Bucket List, donde los dos actores, enfermos terminales, deciden emprender un viaje alrededor del mundo con el fin de realizar, antes de que la Muerte los alcance, todos y cada uno de los deseos incumplidos y 'pendientes' en la vida.
No estoy diciendo con esto que quiero que me quede un año de vida para proponerme materializar mis deseos -los delirantes y los no tanto- ni tampoco que necesito a un Jack Nicholson multimillonario para que puedan llegar a ser realizados.
Tal vez lo que quiero decirme es justamente todo lo contrario, que esa lista hay que tenerla, y  bien presente, para ir tachando al ritmo que sea posible, en el orden que sea posible, los sueños vividos en esta realidad, desde este lado de la realidad. Sin prisas y sin fechas límites.
Hoy sentada en mi Coffee Shop preferido, frente a una taza de cappuccino con corazón, elaborè la mía.






Monday, 8 November 2010

Los Lunes al Sol y otras historias desde el desempleo (creo que continuará)

None are so hopelessly enslaved
as those who falsely believe they are free
Goethe


Los lunes vistos desde el desempleo son fascinantes. Traen consigo esa mezcla del placer irresponsable de la falsa libertad, y la ansiedad galopante de la incógnita. Hay que caminar sobre la cuerda floja teniendo cuidado que  la vara del equilibrio no se nos vaya mucho ni para un lado ni para el otro. Si nos dejamos llevar por la embriagadora sensación del tiempo libre, puede volar una entera mañana casi tan rápido como un pestañeo, al menos para la que aquí escribe, sólo mirando a través de la ventana o haciendo collares de palabras, totalmente inútiles para pagar el alquiler, comprar comida y entregar nuestra cuota de contribución ciudadana al Estado.
Si nos convertimos en Missis Anxiety y montamos ese caballo sin tener cuidado, podremos desnucarnos y peor aún, quedar paralíticas o parapléjicas, y de nuevo inútiles para pagar el alquiler, comprar comida y entregar nuestra cuota de contribución ciudadana al Estado.
Si contamos con el infortunio (pero depende de cómo se vea esto) de pasar por períodos de insomnio, nuestras 24 horas parecerán más largas, nuestro día empezará a tener forma consciente desde las 3 o 4 de la mañana, es decir que cuando sean las 7 y comencemos a escuchar los pasos de los vecinos de arriba, ya tendremos unas 3 horas de ventaja (o desventaja) dándole a la pensadora y afinando nuestra habilidad de equilibristas.
Delante de nuestra ventana no dejan de pasar imágenes de Javier Bardem en Los Lunes al Sol junto con alguno de sus amigos deprimidos y suicidas, o de J.K. Rowling en el tren desde Manchester hacia Londres, y también de Bill Murray en El Día de la Marmota.
Pero al ser este apenas nuestro segundo Lunes al Sol (a pesar de los 6ºC y de la cortina de agua con vientos huracanados) no es muy difícil conectarnos con un pollo al vino para el almuerzo, que se cocina lentamente desde hace un par de horas, la lectura de almenos uno de los cuatro libros que tenemos pendientes en la biblioteca, y la última peli de Viggo Mortensen para la tarde, con cotufas rostizadas en aceite de maní para que el delirio de felicidad sea completo.
La culpa, el síndrome de eficiencia, y los miedos acosantes, deberán esperar un poco más tras la puerta (he tenido que pasar doble cerrojo claro), supongo que terminarán por colarse dentro la casa antes del tiempo deseado, pero para eso ya Scarlett O'Hara patentó la célebre frase "I can't think about that right now. If I do, I'll go crazy. I'll think about that tomorrow".