Friday 28 January 2011

Coser y cantar

"Cuando una situación interior no se ha hecho consciente,
aparece en el exterior como destino"

C.G. Jung



Tengo una máquina de coser.
De ahora en adelante cuando la nombre, me referiré a ella como la Bernina -su nombre propio-, o simplemente como 'Ella'.
Tiene una gran personalidad, es indudable. Tiene estilo y presencia, una compostura y sobriedad que tal vez le vienen de su estirpe suiza. Es seria y bien plantada, como una Ama de Llaves madura y elegante, como una Institutriz impecable.
Tiene sus años, vamos a estar claros. Y no es esta su primera casa, ha vivido ya en otras.
Todas las máquinas de coser tienen personalidad, porque son creadoras de cosas. Las modernas sin embargo son más ligeras, más amigables, se entregan casi que entre risas y se dejan llevar por cualquiera. Las de antaño no tanto. Se guardan sus misterios, hay que merecerse su confianza. Al principio hay que aprenderlas, ser delicados, entender su lógica y su mecanismo, resistente para perdurar en el tiempo.
La Bernina podrá haber sido hecha en serie, sí; pero una serie limitada. Pertenece a una generación nacida antes de la llegada del terrible virus de la obsolecencia programada. No hay plástico en ella, es toda hierro y acero. Su austeridad le proporciona la elegancia de la escuela de Cocó Chanel: menos es más.

Con ella me ha sucedido lo que me pasa con todas las cosas que por mucho tiempo he soñado tener. Al principio me cuesta acostumbrarme a su presencia. Como cuando Santa Claus me trajo mi primera bicicleta. Al día siguiente al despertar corrí a ver si aún estaba allí. Me sucedió con mi primer coche. Me asomaba a la ventana unas veinte veces al día para asegurarme que todavía seguía aparcado donde lo había dejado. (Con el compañero con quien comparto mi vida también me sucede de vez en cuando, asombrarme al despertar viendo que aún sigue allí, como el dinosaurio de Monterroso).

Con la Bernina está sucediendo.
Entrar al estudio y verla allí ocupando discreta y elegantemente su lugar, es siempre un emocionante saltico al corazón.
Tengo que recordarme que estamos comenzando una relación, que tenemos que conocernos. Que no puedo sólo dejarla allí para contemplarla. Tengo que hacer cosas con ella, a pesar de mi temor de arruinar algo con mi torpeza.

Algun dia llegaremos a entendernos como dos amantes que comenzaron tímidamente siendo amigos.

Tuesday 4 January 2011

Quadrivium y Trivialis, lo que se aprende

A Record Of Life from Owen Gatley and Luke Jinks on Vimeo.


Mi madre me ha repetido siempre, desde que soy niña, que las matemáticas me seguirían hasta la muerte; que no había manera humana posible de evadirlas, y que toda la Literatura y la Poesía del mundo no serían suficientes para esconderme de ellas, por más altos que fueran los muros construidos con mis libros.
(Mi madre, que es Biólogo, pero ante todo es poeta y costurera mágica, hacedora de muñecas y de pañuelitos de hojaldre rellenos de confitura de albaricoques).
En la cinta métrica alrededor de su cuello siempre he visto los números y sus exactas proporciones, así como en la balanza, donde siempre la harina ha esperado ansiosa por la levadura, en sus exactas proporciones.
Poco a poco le he ido dando la razón. Que me perseguirán por siempre, es indudable. Que las entenderé no.
Lo que pasa es que había que verlas con otros ojos. Son insondables y sorprendentes como lo es el resto del mundo. Tan sólo hay que aprender a vivir con ellas. Como se hace con el resto del mundo.




(Gracias a Edgui por este video enviado en Abril 2010, y que vengo a encontrar apenas ahora, cuando ya el año tiene otro número. Pero la belleza es inmune al tiempo y a las matemáticas del tiempo)