Saturday 10 September 2011

Un poco de rutina por favor


If you think adventure is dangerous,
try routine. It is lethal.

Paolo Coelho




Un poco de rutina por favor.
A veces me pregunto si no estaremos todos equivocados.
Hay muchos mitos en nuestras vidas. Conceptos que se toman como verdades, se hacen sagrados como reglamentos. Se toman como absolutos indiscutibles. Y nosotros comenzamos a rezarlos, porque los hemos escuchado de quienes consideramos hombres felices o libres, o sabios.

Los horarios y las repeticiones, por ejemplo.

Un caminito de tierra en medio de una sabana: no sería más bien una bendición?
A veces el río agradece tener un cauce, unos palitos que guíen sus aguas revueltas.
El río agradece moldearse y hacerse más angosto a veces, ordenarse, cantar  de una forma más rítmica y acompasada, tener un solfeo que permita entonar su melodía.

Cuando fuimos niños fue necesario que nos enseñaran la cotidianidad. El tetero por la mañana, la siesta a media tarde, el vaso de leche con galletas, la bañera llena de agua antes de dormir, una historia antes de cerrar los ojos. Las tres comidas sentados a la mesa, con platos y cubiertos, y pan entibiado en el hornito eléctrico. En nuestra niñez eran todos momentos magistrales.

Luego alguien dijo que eso era malo. Que era de mediocres. Que era aburridísimo. Que una vida que se vistiera con rutina, iba perdiendo encanto y frescura poco a poco.

Hay que tener cuidado. Lo que es letal es la rutina sin pasión. Las repeticiones a ojos cerrados.
Es andar por el caminito de tierra creyendo que lo conocemos tan bien que ya no hay nada que mirar o descubrir. Es básicamente dejar de mirar. Eso es la rutina cuando se pronuncia con telarañas.

Pero los que hemos dejado de tenerla también sabemos que una vida sin ella es una falacia.

Puede que sea necesario cambiar, saber que ningún hábito es para siempre, sabernos libres de rediseñar nuestra partitura con nuevos matices y tiempos en ella.
Saber que podemos reacomodar todas las notas para una nueva lectura. Siempre podremos.

De hecho lo hacemos. Siempre nos reinventamos. Cada quien a su manera.

Pero también es bueno que seamos agradecidos de tener un camino de ida hacia algún lado y un camino de retorno hacia una morada que siempre está en el mismo lugar.
Aprendernos de memoria un número.
Valorar como tesoro un modesto ritual de té caliente o capuccino con galletitas por la tarde, y si acompañados por alguien querido saberlo un lujo.
Poder comer cuando tenemos hambre, esas tres veces al día que tienen hasta nombre propio.
Tener una misma cama mullida con edredón y sábanas limpias que nos reconoce y nos espera por las noches.

Y cuando pensemos que el camino es siempre el mismo y se está haciendo aburrido, recordemos abrir bien los ojos. En un instante pasa la eternidad cuando la conciencia está despierta.

De un día para otro una flor que era botón se ha abierto. El cielo nunca es el mismo.
Las cerezas vienen en junio, pero en Septiembre se esperan los higos Y en Octubre y Noviembre hay que respirar profundo el perfume de las castañas rostizadas.

Hay dos frases que almaceno en mi memoria y que espero no olvidar nunca.
Una es la de un amigo indigente que tuve, que vivía un poco aquí y un poco allá, en la calle o bajo techo cuando tenía la suerte de tenerlo. Un día Hermes me dijo:
"Tienes mucha suerte de tener un camino de regreso, que recorres de memoria todos los días.
Ahora no lo entiendes, pero algun día sabrás que es una bendición".

La otra es de Raiza Ruiz, la doctora venezolana, la de la tumba y la lapa.
Después de la odisea Milagros Socorro la entrevistó.
Al final de la entrevista, esta frase me sacudió en su día, y siempre la releo para que me vuelva a sacudir:
"Uno no sobrevive para las grandes cosas sino para vivir la vida normal.
No hay cosa más grande que la vida normal, ver a su familia, a sus amigos, para dormir en una cama limpia, para ver las calles conocidas, para ayudar a los otros… incluso para saber quién fue a tu entierro y quién lloró por ti".



Nada es igual, nunca.