Thursday 30 December 2010

Agua que fluye, instante que se renueva




Querido año viejo,
El día número 365 ya está prácticamente en el umbral, lo que signifca que para ti también es hora de morir.
Llegaste nuevo y niño y nos diste todos tus días para vivir, para crear, hacer y deshacer. Fuimos durante todas esas lunas leones y corderos alternadamente, tuvimos días de furia y días de Dalai, días de euforia y días de silencio. La felicidad nos abrazó, a veces sin preaviso y otras tantas también anunciándose, muchas, incontables veces.
Se repitió en Primavera el milagro del renacimiento, que recuerdo tan bien como si fuese ayer. En Verano trajiste la transpiración, la desnudez, la libertad recobrada de los pies. Con el Otoño nos regalaste el espectáculo de oro, fuimos capturados por el hechizo de la luz. Y también nos dejaste probar un poco de paraíso cuando lo cubriste todo de blanco mazapán.
A pesar de sentir que en muchas habitaciones no ha cambiado nada, y que el desorden es el mismo, tengo mucho que agradecerte. No sólo por todo lo que nombré anteriormente.
Me diste y me quitaste recordándome que todo es efímero y que no hay que aferrarse a nada. Cuando fui inflexible me acercaste a bosques de cañas de bambú y me dejaste ver qué bien se doblaban con el viento, cuán dóciles y sabias.
Me hiciste rica al dejarme conocer personas que amé y que me amaron, muchas de las cuales me dejaron consejos invaluables para el tránsito.
Algunas de las cosas que me trajiste no te las pedí, pero sé que todo está en el dibujo universal y que lo que vendrá después tendrá sentido cuando mire hacia atrás.
Quiero agradecer tu generosidad en todo, porque tus días largos o cortos de horas fueron ricos y plenos.
Algo me dice que los próximos 365 que vienen, reunidos con nuevo número, serán muy buenos.
Tengo una especie de certeza que habrá mucha energía para emprender cosas que hace tiempo vengo soñando con materializar.
Tengo pruebas que reafirman la magnanimidad del Universo, que sólo espera que pidamos, de manera esperanzada y creyente, todo lo que necesitamos y queremos.
A día de hoy no tengo nada, sólo este instante que ya muere y se convierte en uno nuevo. No tengo 365 nuevos días ni hoy ni mañana, ni pasado. Sólo su anticipación. Sólo un instante nuevo por vivir cada vez. Y mi memoria, con la cual voy tejiendo esos segundos a modo de collar, con perlas únicas aunque no siempre espléndidas, pero incluso las pequeñas y ordinarias van haciendo parte del todo y de mí misma.
Ojalá sea capaz de aceptar lo que me viene, con entendimiento o sin él, pero confiada de que es lo que debe ser.
Que no pierda nunca mi locura, y por sobre todas las cosas, que antes de juzgar, recuerde siempre esa máxima de caminar un rato en los zapatos del otro, o lo que es igual a no olvidar que todo lo que le pasa a otro, puede pasarme a mí, porque el otro soy yo también.
Que siempre esté atenta a lo que me rodea, por más avasallante que pueda parecer mi realidad. Es decir, que nunca olvide lo minúscula que soy.
Que siempre tenga presente la verdadera alegría: la de dar todo lo que tengo, y que cuando no tenga nada, me dé a mi misma y a mis pensamientos, mis abrazos o mi consuelo, que aunque no sirvan de nada, sirvan para no sentirnos solos.
Esto es lo que pido para este instante y los que me sean dados por vivir. Que en cada vuelta la Tierra nos bendiga y que tanto nuestra sombra como nuestra luz sean para reflejar la creación de algo bueno.




(El calendario de la foto es del blog de Caitlin Keegan
http://www.caitlinkeegan.com/indexhibit/index.php?/2011-Calendar/)

No comments:

Post a Comment