Thursday 14 July 2011

La libertad del Iluminado



 Rico no es el que más tiene,
sino el que menos necesita.

Facundo Cabral



Desde la muerte de Facundo no he dejado de pensar.
Si, lo sé, siempre se está pensando.
Pero estos pensamientos son diferentes.
Son pensamientos que preguntan. Que están inquietos.
Como de quien se cuestiona el estar donde se está y el hacer lo que se viene haciendo.

Mis preguntas han ido desde cómo llega un Iluminado a ser libre, en una sencillez perfecta como la del círculo, hasta qué se requiere para saltar hacia ese otro lado donde el miedo ya no tiene voz. Las primeras realmente consecuencia de las últimas.

Mis pensamientos me preguntaban por qué morían antes de los tiempos naturales los que tienen cosas por decir. (No sólo los asesinados). Por qué morían Lennon, García Lorca, Malcom X, Jim Morrison, Ian Curtis, Jimy Hendrix, Violeta Parra, Bob Marley, Fredy Mercury, como dejando en los vivos una sensación de que todavía quedaban cosas por decir.

En la lista no todos son iluminados, claro. Ante todo fueron profundamente humanos. Todos vivieron intensamente la vida, con la pasión de los genios.

Tampoco todos los genios mueren jóvenes claro está. Muchos han cumplido sus ciclos vitales y se han ido a una buena edad, entrados los setenta, pudiera decirse.

Pero la pregunta aquí es ¿si Facundo no hubiese perdido a su esposa e hija, habría decidido de todas formas no tener nunca más una casa? ¿Si no hubiese probado tantas penurias y sobresaltos, habría perdido el miedo?
(voy a usar solo presentes, porque él nos sobrevivirá a todos. Muerto como está, más vivo que nunca. Nosotros nos iremos, y él seguirá hablándole a los que vengan después de nosotros, siempre en hoy).

¿Podría alguien llegar hasta dónde él llegó llevando una vida de las que llamamos normales?

Para poder realmente caminar del otro lado del mundo, hay que llegar a ese extremo donde ya no se teme el perderlo todo. Hay que estar realmente dispuestos a andar desnudos.
Es realmente deshacerse del 'parásito del ego' -como lo ha nombrado Matthieu Ricard-.

Pero para 'desmantelar la importancia personal' (palabras de Ricard), para dejar de pensar que tenemos que llegar a la colina del éxito aún jóvenes con casa propia, ahorros y tarjetas de crédito resplandencientes, y además haciendo lo que queremos y sólo rindiéndole cuentas a nuestro propio yo, hay que dar un salto hacia afuera. Afuera, donde la colina del éxito no existe.

Un salto hacia afuera, para poder dar nuestro salto hacia adentro.

Nuestro adentro, donde está la intuición, el entendimiento y la imaginación.

¿Pero qué es lo que se intuye o se imagina? Allí se debe intuir y entender todo, fresco y espontáneo, como ver un mango bajito y cogerlo con la mano. Como tener sed y justo ver que pasa un riachuelo a nuestro lado.

En ese adentro todo es simple y fácil. Es la perfección del círculo donde vive Facundo.

No el laberinto. Nuestra mente sería un barquito flotando sin resistencia en el agua. Yendo hacia ningún lado. Sólo flotando sobre el agua.

"El pensamiento es el espíritu crítico, pero es necesario pensar hasta que llegas a ese umbral en el que el pensamiento ya no sirve para nada y ahí has de tirarte de cabeza: o al miedo o a la confianza".
(Eric Emmanuel Schmitt)

Ese salto a la confianza, ¿puede hacerse manteniendo cuentas bancarias, hipotecas y más de cinco passwords?

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